Acto I: "La Raíz del Viche Afrocolombiano"
En las profundidades del Pacífico colombiano, Flavia Rentería Cuero, maestra vichera de ascendencia afrocolombiana, nos lleva de viaje en el tiempo. Nos cuenta cómo se molía el viche en un molino tradicional llamado trapiche matacuatros, y cómo las mujeres afrocolombianas, incluso con bebés a cuestas, mantenían viva la destilería.
Pero, ¡oh, sorpresa! La modernidad ha llegado, y el viche ahora necesita una licencia, un registro, y quizás incluso un título universitario.
Acto II: "La Ley del Viche - Un Sueño Mojado y Burocrático"
¡Aleluya! La Ley 2158, conocida como la Ley del Viche, es aprobada. Las comunidades afrocolombianas celebran, pero pronto descubren que la ley es un laberinto kafkiano de trámites y costos. Flavia, con su sabiduría ancestral afrocolombiana, se pregunta: «¿Dónde está el botón de ‘siguiente’ en este formulario en línea?»
Cali: La Tierra Prometida del Viche
Mientras los maestros vicheros afrocolombianos luchan con formularios, Bogotá se convierte en la capital del viche. Las marcas, cuyo dueños son personas blancas, florecen, vendiendo la idea de apoyar a los productores afrocolombianos, mientras estos últimos se rascan la cabeza preguntándose dónde quedó su parte.
Acto IV: "La Persecución y Apropiación - Un Déjà Vu Histórico Afrocolombiano
La historia se repite, y la persecución al viche afrocolombiano revive. Las autoridades decomisan productos, prohíben ventas, y las marcas de Bogotá como Color Click continúan floreciendo. Nidia Góngora, la reconocida cantante afrocolombiana, se pregunta en Facebook: «¿Quién irá a poner control sobre esto?» ¡Buena pregunta, Nidia!
Acto V: "Don Be - Un Sueño Emprendedor en un Mar de Papel"
Epílogo: "El Viche - Una Comedia de blancos apropiadores
La historia del viche se convierte en una comedia de errores, donde la ley que pretendía beneficiar se convierte en un obstáculo. Los productores, transformadores y amantes del viche afrocolombiano se quedan esperando una solución, mientras la burocracia sigue girando en círculos.
Y así, queridos lectores, concluye nuestra tragicomedia. El viche, esa bebida mágica y ancestral afrocolombiana, continúa su lucha contra la modernidad, la burocracia y la apropiación cultural.
¡Brindemos por el viche, y que alguien, por favor, encuentre el camino a través de este laberinto de papel!
